Pensás en mi alguna vez? - me dijo
Cómo hago para decirle sin herirlo que si lo hiciera, el herido sería yo? Cómo hago para decirle, sin ser pretencioso, que no me detengo a pensar en él de la forma que él quiere que lo haga, porque no me importa las mismas pequeñeces que a él?
Si lo hiciera, todo esto dejaría de ser lo que es. Yo no puedo ni siquiera decirle que lo único que me ocurre pensar sobre él, son sus hermosos ojos negros, esos mismos ojos que me ven interrogantes y esperanzados en un futuro que no podrá existir.
Yo no puedo decirle que pienso también en esas cejas pobladas como bosques tenebrosos y profundos, como si fueran escondites de historias de épicas y fantásticas.
Yo no puedo decirle tampoco, que me encantaría perderme en medio de sus piernas y hundirme entre sus redondas nalgas como si fuera un clavadista olímpico, que quisiera internarme en sus intimidades más profundas y nunca salir de él, sino entrar y entrar aún más, hasta quedar deshecho en un mar de fluídos gelatinosos desbordando amor y placer y más amor y más placer.
Y tampoco me atrevería a decirle que su olor a hombre y a juventud me embriagan de poder y de gloria, pero que ni el poder ni la gloria que me ofrece son suficientes para romper mi mundo perfectamente armado con mi pareja y mucho menos podría pedirle que deje a su esposa.