viernes, 28 de septiembre de 2007

domingo, 2 de septiembre de 2007

Le llamaremos Enrique


Este es Enrique. Atraviesa esa pesada época entre los 35 y 40 años de edad, hace unos dos o tres empezó a notar que el tiempo se le iba de las manos y decidió hacer algo para no recibir sus 40 a ciegas.

Un buen día se despertó con mucha energía y decidió tomar su zapatillas de goma y un "short" que junto a una camiseta bien holgada, completaron la indumentaria para ir al gimnasio. Habrá vencido finalmene su más grande temor? al menos lo intentaría.

Hoy, luego de haber tomado una rutina de entramiento y de haber alargado su lista de amigos y además, después de endurecer sus músculos y lograr un poco de volumen y definición, se siente mucho más seguro de si mismo. Casi no recuerda incluso que está por cumplir sus 40, ya eso no es importante, pues todos le dicen que parece de menos, así que es probable que el trabajo lo esté haciendo bien.

Un fin de semana más y esta vez, volvieron a planear pasarla en una casa, encerrados contando historias y bebiendo hasta emborrachar y otros varios, fumando hasta reventar en risas. Pero para él las cosas no nos amenas, necesita inyectarse de la energía juvenil que ofrecen las discos de moda y tiene que entrar a una. A hurtadillas y apenas chismeando, calladamente se acerca a cada uno de nosotros para sondear el panorama, a todos nos trata de convecer de salir de ahí para ir a la disco de moda, pero ninguno hace caso, todos estamos felices de estar entre nosotros. A todos nos busca de manera distinta, nos aplica comentarios distintos apelando a nuestras propìas debilidades, sin éxito.

Se sienta pues en un rincón y toma su teléfono movil, se dedica a su tarea de buscar sustituto de amigos, con quien pueda entrar a la disco, porque solo no se atreve, aún no es lo suficiente seguro como para tomar un taxi, pedir sin miedo que lo dejen en la puerta de la disco gay sin sentirse juzgado, hacer fila y lo peor, enfrentarse al mundo interior sin una mano que tomar. Igual no es importante quien conteste sus mensajes, solamente necesita con quien entrar, luego de eso todo estará bajo control.

Un par de respuestas y su rostro cambia, se levanta y se despide sin apuros y en silencio, apenas de unos cuantos y a los demás, es mejor explicarles luego que le dolía la cabeza, que tenía sueño, que estaba cansado, que mañana había mucho que hacer, lo que sea!

Esta noche será perfecta para él, pues sin importar si llueve o si truene, si hay cansacio o hay energia, esta vez si logrará pasarla bien en un lugar donde sólamente se podrá mover y observar a los demás; no hay que hablar con nadie, pues en un lugar como ese, es imposible mantener una conversación decente por más de dos minutos.

Todos quedamos tranquilos y felices entre nuestras risas y nuestras historias y Enrique ha logrado ya salir a divertirse, sin nosotros.